Las
diferentes sociedades han organizado las tareas que realizan sus integrantes
para sobrevivir o progresar. Uno de los criterios de esta distribución de funciones
ha sido el sexo de las personas, al cual también se le denomina división sexual
del trabajo. De este concepto se deriva lo que llamamos roles de género:
• ROL DE GÉNERO: Tarea o actividad que se
espera que desempeñe una persona según el sexo al que pertenece.
Por
ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres desempeñar el rol de:
políticos, mecánicos, jefes, etcétera (rol productivo); y para las mujeres el
rol de: amas de casa, maestras, enfermeras, etcétera (rol reproductivo).
• ROL PRODUCTIVO: Actividades que generan
ingresos económicos, en dinero o en especie, y que producen bienes o servicios
para la venta o el autoconsumo; por ejemplo, actividades agrícolas, industriales
o comerciales. Son actividades socialmente reconocidas, remuneradas, que
generan poder, autoridad y estatus.
La
asignación de roles está cambiando. Anualmente, aumenta el número de mujeres
que se incorporan al mercado de trabajo, compartiendo con los hombres las
responsabilidades económicas:
• En 50
por ciento de los hogares mexicanos hay al menos una mujer que trabaja y aporta
ingresos al hogar.
• Las
mujeres representan 36.4 por ciento de la población económicamente activa. No
obstante, esta incorporación de las mujeres en el mercado laboral se ha dado en
condiciones desiguales en relación con los hombres:
• Aunque
las mujeres lleven a cabo actividades productivas, siguen siendo responsables de
las tareas domésticas y del cuidado de la familia, a las cuales dedican en
promedio 27.1 horas a la semana; en tanto que los hombres destinan 10.6 horas
en promedio. En la práctica, esto supone una doble o triple jornada de trabajo
para ellas.
• En cuanto al rol
productivo, existe una división entre los trabajos que generalmente realizan
los hombres y aquellos que son ofrecidos a las mujeres. Casi en su totalidad,
los trabajos desarrollados típicamente por mujeres suponen menor remuneración y
prestaciones laborales que los realizados por hombres.
• Aun en los casos en
que realizan un trabajo igual o de igual valor, las mujeres reciben, en
promedio, entre 11 y 30 por ciento menos que los hombres.
• Existe un bajo
porcentaje de mujeres en puestos de dirección y en cargos de representación popular:
en el sector público, de cada 10 funcionarios en puestos de dirección, sólo dos
son mujeres.
Aproximadamente 20
por ciento de los hogares mexicanos –conformados por más de 16 millones de
personas– son encabezados por mujeres, quienes se convierten en el principal sostén
de la familia. Ello, a su vez, hace que dichos hogares enfrenten, en general,
condiciones de mayor vulnerabilidad ante la pobreza:
• En el medio urbano,
estos hogares generan en promedio 31.42 por ciento menos ingresos que los
hogares donde el jefe de hogar es un hombre.
• El porcentaje de
jefas de hogar sin instrucción casi duplica el de jefes de hogar en esa
condición: 16.3 y 9.5 por ciento, respectivamente.
• Sus miembros están
más expuestos a reproducir las condiciones de la pobreza: inserción temprana al
mercado laboral, baja escolaridad, inicio temprano de la maternidad/paternidad.
Los datos anteriores
exponen el costo social y económico de la discriminación hacia las mujeres.
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